Queda claro que en el Magdalena ganó la candidata de los clanes y la parapolítica. Tanto han cuestionado a los clanes que salieron a buscar sus votos. Hoy cabe una pregunta: ¿Caicedo tiene techo o piso electoral?
La elección del 23 de noviembre nos muestra a un Caicedo debilitado y reducido política y electoralmente hablando. El artículo de Pares no acierta en el análisis. Es una suerte de diasepan, una especie de tranquilizante.
El triunfo de Fuerza Ciudadana muestra más sus debilidades que sus fortalezas. Atrás quedó la sonrisa. Ahora cunde el desbarajuste y la incertidumbre.
El paso siguiente es gobernar. Esto hace obligatoria una pregunta. ¿Gobernará Margarita Guerra o lo hará Carlos Caicedo? Todo indica que el poder real será el de este último porque esa es su práctica. El guion es simple, bien podríamos decir que empieza la tortura para la recién elegida gobernadora Margarita Guerra. Ojalá y haga valer «sus devaluados» 188 mil votos obtenidos, claro está, con olor a corrupción y parapolíticos.
Es muy probable que estemos asistiendo al último gobierno de Fuerza Ciudadana. Rafael Noya y el resto de disidentes lograron asestarle un duro golpe a su antiguo compañero. Los que se fueron son intelectuales experimentados y curtidos en muchas batallas dentro de la izquierda, de ahí que catalogarlos como narcopoliticos fue un error porque ellos y ellas sin los medios y los recursos supieron equilibrar ese relato negativo. Ahora ese estigma se ha vuelto contra Caicedo y más al ver como la votación obtenida en zonas de influencia del Clan del Golfo lo pone en un serio aprieto.
Hoy el presidente en su alocución le ha dado un espaldarazo a Noya y a ese grupo de intelectuales de izquierda y progresista al considerarlos como interlocutores válidos, mientras ha dejado a Caicedo como un divisionista y como alguien que apuesta al juego de la derecha criminal y paramilitar.
Dicho, en otros términos, los antiguos compañeros de Caicedo le coparon el espectro político y le han demostrado que son efectivos y eficientes en el relacionamiento y la comunicación política.
El grupo que se escindió de Fuerza Ciudadana tiene oficio y conocimiento y han sabido moverse en el duro mundo de la política parroquial y nacional.
Increíble que un puñado de intelectuales y militantes de base hayan desnudado a Caicedo y se hayan inventado de la nada una candidatura con Noya que por poco le arrebata el gobierno. En los mentideros se dice que, si no es por la presunta compra masiva de votos y las alianzas con los corruptos y parapolíticos, hubiera perdido el pasado domingo. En la medida que pasan los días se conocen detalles escabrosos de cómo fue la elección en la periferia. Salamina y Tenerife son dos casos dignos de analizar. Lo mismo Plato y El Banco.
No ganó Noya y sus intelectuales y acompañantes pero su victoria ha sido llevar a Caicedo a negociar de modo vulgar con confesos parapolíticos y con nefastos corruptos como Eduardo Pulgar y Gustavo Osorio, alcalde de Pedraza, un compulsivo comprador y vendedor de votos en este municipio y en Concordia. Los parapolíticos Rodrigo Roncallo y Pedro Sánchez son una macula para Fuerza Ciudadana y Caicedo y Guerra.
Asistimos a los últimos suspiros de Fuerza Ciudadana. Desde marzo de 2022 viene en caída libre. No hay forma de evitar el colapso. El desplome final vendrá en estos dos años de gobierno. Hay mucho compromiso que cumplir y poco que repartir. Anticipo una desbandada de militantes en los próximos meses.
La crisis avanzará. De eso estamos seguro.





